¿Y si nunca tengo un grupo de amigos?
Porque a veces tener amigos no es lo mismo que tener un grupo.
Hay un secreto que casi nunca digo en voz alta: que sigo soñando con tener ese grupo de amigos de película.
Ese con el que compartes anécdotas de hace años, con el que puedes ser tú sin miedo, con el que cuentas los días para celebrar tu cumpleaños porque sabes que te harán sentir especial, sin condiciones.
Pero mi realidad ha sido otra.
He pasado por distintos grupos en los que bastaba con levantarte de la mesa para que empezaran a criticarte. Donde decir que no a un plan te convertía en la rara, la despegada. Donde incluso organizaban tu fiesta sorpresa debatiendo si te la merecías, como si el cariño tuviera que ganarse con puntos de comportamiento.
En mi último año de instituto decidí alejarme. No quería seguir encajando en un molde que no era el mío. En ese grupo cerrado, cada vez que intentaba traer a alguien nuevo, me miraban raro y me llamaban "la ONG".
Así que me fui.
Recuerdo perfectamente el 16 de mayo de 2021, a las 00:00.
No sonó el teléfono.
Ningún mensaje.
Y aún así, sentí paz.
Porque las personas que realmente me querían, sí se molestaron en hacerme sentir especial ese día aunque no fuese a las 00:00. Sin debates, sin condiciones, sin reproches.
Llegué a la universidad con la esperanza renovada. Pensé: “Tal vez ahora sí”.
Y conocí gente maravillosa, hice amistades significativas, pero… no encontré un grupo.
Al principio, todos parecían ir a una. Como si por fin hubiésemos encontrado un ambiente sano. Pero después de las primeras navidades, las máscaras empezaron a caer.
Te dabas cuenta de quién solo te hablaba por interés, de quién te escribía en época de exámenes solo para pedir apuntes. De quién quería hacer trabajos contigo porque sabía que tú te esforzabas y él no tendría que mover un dedo.
Año tras año me fui desilusionando.
Las dinámicas tóxicas que pensé haber dejado atrás, estaban ahí, solo disfrazadas.
Y entonces me pregunto:
¿Algún día tendré ese grupo soñado?
¿O solo me queda coleccionar grupos de paso? El del trabajo. El del gimnasio. El de padres y madres cuando tenga hijos.
A veces siento que sí, que aunque los grupos se disuelven, esas pocas amistades que conservo son reales. Son regalos valiosos.
Pero también hay un vacío.
Porque no tener ese grupo te limita.
No tienes con quién salir de fiesta porque los amigos están repartidos.
No puedes apuntarte a un escape room porque necesitas mínimo cinco personas.
Y celebrar tu cumpleaños… se vuelve raro. Juntar a tus seis amigos que no se conocen entre sí, que no tienen nada en común, da un poco de vértigo.
Ves en redes esos grupos enormes, de 10, 15 personas que hacen todo juntos, y te preguntas:
¿Y yo? ¿Qué estoy haciendo mal?
Sé que no soy la única. Que muchos nos sentimos así.
Cuando llega Navidad, Semana Santa o verano, y la rutina se rompe, también lo hace nuestra principal fuente de socialización.
Hoy somos 130 personas aquí.
Y saber que estáis ahí, leyéndome, acompañándome en este rincón, me da esperanza.
Tal vez, solo tal vez, este sea el comienzo de ese grupo soñado.
Uno donde nadie juzga ni critica al que no está en la mesa.
Después de haber escrito esto me he dado cuenta de que somos muchos los que nos sentimos asi. Ojalá en un futuro ese sentimiento desaparezca. Gracias por pasarte a comentar ♥️
Disfruté mucho tu texto; lo de juntar tus 6 amigos de lugares completamente diferentes es muy real